27 de junio de 2011

Día "japoñol"

Japoñol: dícese de la combinación de algo español y algo japonés. Ejemplos: lentejas al curry, bocadillo de sushi, "cierra la mado, que hace samui", etc. Otro ejemplo de combinación: "espanglish".

Puestos ya en precedentes, el sábado me invitaron a la "fiesta" de cumpleaños de gente que ni conocía. Como una se apunta hasta un bombardeo, como decía mi abuela (que en paz decanse), yo dije que sí.

La tarde empezó quedando con un par de amigos en el barrio de Nakano para ir a disfrutar probablemente de una de las mejores gastronomías del mundo: ¡la española! (barriendo para casa...). Además de poder volver a probar algunos manjares de la tierra que ya casi tenía olvidados,...


He aquí el kalimotxo


Y aquí una riquísima crema catalana


...el objetivo, a parte de ponernos ciegos a comida, era ir a ver a la amiga de estos dos amigos míos (qué lioso) bailar flamenco. Por todos es sabido que el flamenco es muy popular ente los japoneses, sólo ellos sabrán por qué, y creo recordar que es uno de los países con más escuelas de flamenco del mundo (sin contar España, claro).


Cumplida la primera etapa del día, luego tocaba reunirse con el resto de españoles y algún que otro japonés despistado (eso sí, eran "multilingües": que si español, portugués, chino...) en un parque de Roppongi, abrigados por los árboles de alrededor, con mesa y bancos y hasta con lavabos para nuestro uso y disfrute. ¿Y qué puede hacer un grupo de españoles reunidos por la noche en un parque, con un konbini a dos minutos caminando en el que poder comprar cualquier cosa, con mesas y lavabos incluídos y en un país donde es legal beber acohol en la calle...?

(Dejemos un momentito para pensar...)

Correcto: ¡un botellón! Que no se diga luego que no intentamos exportar nuestras costumbres al resto del mundo.


Eso sí, luego lo recogimos todo, lo separamos y lo tiramos en su contenedor correspondiente para reciclaje.

Cómo y dónde acabó la noche ya es otra historia.

¡Hasta otro día!

26 de junio de 2011

Hasta siempre

¡Buenas tardes!

Creo que dije que volvería a escribir más a menudo, ¿verdad? Pero no dije a partir de cuándo...

Hace cosa de un año, más o menos, me enteré que querían cerrar mi antiguo instituto, el IES Sant Martí de Provençals. Supuestamente no había demasiados alumnos que se inscribieran, cada año el número de estudiantes decrecía, así que alguien decidió que el instituto ya no era rentable y debía cerrarse. También corrían rumores sobre que alguna empresa quería comprar el terreno donde se halla el instituto para construir ahí un hotel, ya que el AVE pasará justo por las vías del tren que hay a escasos 50 metros y la ubicación estaría a pocos minutos caminando de la estación del AVE que se está construyendo en el barrio de Sant Andreu (justo al lado de mi barrio, Sant Martí).

Muchos alumnos y ex alumnos se unieron para intentar que no cerraran el instituto; los padres de los alumnos, muchas tiendas y comercios del barrio también quisieron unirse para intentar dialogar con quienes fueran los responsables del cierre. Se hicieron manifestaciones delante del instituto, recogida de firmas, protestas de todo tipo.

Lamentablemente, nada de esto ha funcionado pese a que mucha gente ha puesto empeño en ello. Hace cuatro días se acabó el curso escolar. El 22 de junio del 2011 se cerró definitivamente mi instituto y nunca más volverá a abrir sus puertas.

Todo el mundo recuerda su paso por el instituto. Aquella época de la adolescencia en la que crees que tus padres sólo son una molestia, donde tus amigos son casi lo más importante de tu vida, cuando empiezas a fijarte en aquel chico tan guapo (o chica, según cada uno), la primera vez que suspendes una asignatura y se te cae el mundo encima, cuando dejas a un lado los juguetes con los que jugabas cuando eras pequeño por salir de fiesta con tus amigos, tu primera borrachera, el primer beso, la "primera vez"...

Estuve ocho años en ese instituto. Ocho años de mi vida en los que reí, lloré, me frustré, tuve miedo, pasé de todo y de todos, hice (muchísimas) campanas, conocí a muy buena gente que luego se convertirían en verdaderos amigos, y a otros que mejor olvidarlos... Seis años de educación secundaria que acabaron convirtiéndose en ocho por repetir curso dos veces (nadie es perfecto, ¿no? :P), donde todos pasamos tantas experiencias, algunas buenas y otras malas, que nos han hecho madurar un poquito y que nos han puesto en el camino de la vida que ahora estamos viviendo.

Sigo sin encontrarlo justo pero es otra experiencia más que nos toca vivir, nos guste o no.

Por todo, muchas gracias. Siempre te recordaré, IES Sant Martí de Provençals.



10 de junio de 2011

Back!

¡Buenas tardes!

Después de un mes desde que publiqué la última entrada, hoy vuelvo (a medias) de mi letargo.

Podría parecer que no ha pasado nada, digamos, interesante durante este último mes, pero simplemente es que no estoy "inspirada" (por llamarlo de alguna manera) en escribir más entradas... Vale, me habéis pillado, diremos la verdad: soy una -aquí vendría una palabra que creo que todo el mundo se imagina; como pista diremos que empieza por "p"- vaga.

Han habido reencuentros con compañeros de mi antigua clase reconvertidos en "flyjins" (como la menda), con profesoras, cenas de despedida, tardes tranquilas con amigos tomando algo, un Oktoberfest, una manifestación (por ponerle un nombre), karaokes, más y más cenas, un terremoto en España (sí, sí, he dicho España y no Japón), el Barça proclamándose campeón de la Champions...

Como se puede ver, son pequeños momentos que se pueden vivir en cualquier parte del mundo, no son sólo exclusivos del país del sol naciente. Pequeños momentos que son importantes, de esos que cuando los recuerdas te viene una sonrisa a la cara. Y, aunque ahora quizá no sepa el valor que tienen, los atesoraré hasta que me dé cuenta del valor que de verdad se merecen.

Todo lo que sube también baja, es la famosa Ley de Murphy, y obviamente todo lo que empieza también tiene que acabar, lo queramos o no. Así que, aunque todavía queda una brizna de esperanza, que eso nunca se tiene que perder, más vale ir haciéndose a la idea cuanto antes mejor. Así la caída será menos dolorosa; o eso es lo que queremos creer...

¡Hasta otro día!