18 de septiembre de 2010

Surrealista

¡Buenas tardes!

Antes de ayer fue el cumpleaños de una amiga así que decidimos celebrarlo ayer, que es cuando las demás podían combinárselo bien con el trabajo. Fuimos a cenar a un restaurante vasco cerca de Monumental (muy buena la comida, por cierto), luego a a beber a un bar cerca de la Vila Olímpica y de ahí fuimos directamente a la discoteca Opium. Nos lo pasamos muy bien las cuatro juntas; una noche de fiesta casi como otra cualquiera.

Sobre las 5:15h de la madrugada decidimos irnos a casa ya que, como he dicho, algunas trabajaban por la tarde y tenían que dormir algo. Como casi siempre, cogimos un taxi para volver (yo insisto en ir en metro pero nadie me hace caso xD). Justo al pisar la calle y mirar la horda de taxis que había esperando, un taxista nos dice que subamos al suyo. Subimos y le indicamos la primera dirección a la que queremos ir (vivimos en barrios diferentes), se pone en marcha y de momento todo muy bien.

Durante el camino vamos hablando de nuestras cosas (tonterías, básicamente xD) y cuando llega al primer destino, con el taxímetro marcando 5,90€ más los 2€ de suplemento por nocturnidad (dejan de cobrarlos a partir de las 6h de la mañana), el taxista nos dice que o le pagamos 15€ o nos bajamos del coche. Lógicamente nos quedamos sorprendidas y le preguntamos el por qué: "hoy he tenido un mal día y no me fío de vosotras". Nuestra cara de asombro en ese momento no tenía precio. "¿Qué cree, que no le vamos a pagar?", digo yo. Luego le digo que como mucho le pagamos lo que marcaba el taxímetro en ese momento (¡faltaría más!) y el tío nos repite que si no le pagamos 15€ ya podemos bajarnos del coche. Bien, pues dicho y hecho: le repetimos que no le vamos a pagar los 15€ que se ha sacado de la manga y nos bajamos; en dos segundos ya se había ido dejándonos tiradas y sintiéndonos, lógicamente, insultadas.

Con un cabreo monumental encima, fuimos hasta la calle Marina para poder coger otro taxi que nos llevase a casa. Le contamos a este otro taxista lo que nos acababa de suceder y se quedó igual que nosotras: boquiabierto. Por desgracia no cogimos ni el número de su licencia ni la matrícula, así que no podemos poner una queja ni denunciarlo si fuera preciso.

Anda que no hemos vuelto veces a casa en taxi y nunca nos ha pasado nada parecido; es más, todos los taxistas con los que nos hemos topado fueron correctos y simpáticos. ¿Es que la gente se está volviendo cada vez más desconfiada? ¿O simplemente tuvimos la mala suerte de que nos tocase un idiota?

En fin, una anécdota un poco surrealista. Eso sí, el cabreo con el que llegamos a casa era para verlo xD.

¡Hasta otro día!

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