23 de noviembre de 2008

La buena obra del día

¡Buenas tardes!

Pues hace un par de días yo me dirigía a trabajar, como cualquier otro día. Iba en el metro, concretamente en la línea verde hacia Zona Universitaria, en uno de los primeros vagones del tren. No había tanta gente como en las horas punta, así que se podía caminar perfectamente por dentro de los vagones.
Delante mío había una acaramelada parejita con un par de maletas que se iba o venía de viaje, y algo más cerca mío había otra chica, que iba sola, con una cartera colgada a la espalda, así que supuse que en ese momento se dirigía hacia su universidad.

Todo empieza cuando veo a un hombre de unos cuarenta y pocos años, que me pareció de lo más normal y corriente, pasar por delante mío hacia un lado del vagón; al cabo de un rato el mismo hombre vuelve a pasar, pero ahora hacia el otro lado del vagón. No sé porqué pero le noté algo raro, así que me quedé mirándole discretamente.
Yo estaba apoyada en uno de los laterales del vagón y este hombre se puso a mi derecha, muy cerca de la chica de la mochila; se puso la chaqueta en la mano izquierda y se acercó a la mochila de la chica, intentando abrirla "disimuladamente" y ocultándolo con la chaqueta.

Por suerte yo lo vi y le dije a la chica que este individuo le estaba intentando abrir la mochila para robarle. Cuando el hombre se dio cuenta de que le habían pillado, se bajó lo más rápido que pudo en la siguiente estación.

La chica me dio las gracias y me dijo que le parecía sorprendente que, cuando pasan cosas así en el metro de Barcelona, la gente de alrededor que podría hacer algo para evitar ese robo no diga absolutamente nada y dejen que ocurra.

Esta fue una experiencia que ya me ha ocurrido otra vez, aunque en ese momento yo estaba en el lugar de la chica con la mochila y el ladrón (llamemos a todo por su nombre) logró lo que se proponía: robarme.
También sucedió en el metro de Barcelona, mientras yo volvía a mi casa acompañada de una amiga. Normalmente siempre me ponía la mochila hacia delante, por si acaso, pero ese día, al ir hablando con mi amiga, pues no le di importancia y la llevé como se supone que se debe llevar una mochila, hacia atrás.

Justo al bajar del vagón, cuando ya había andado unos tres metros, miré en el bolsillo inferior de mi mochila y comprobé que me faltaba el móvil. Recorrí toda la estación del metro a ver si daba con el ladrón, pero fue en vano.

La faena (por no decir otra palabra más mal sonante xD) es que ese móvil me lo había comprado hacía dos mesecitos, y me quedaban poco menos de tres meses para marcharme de viaje a Japón, con lo cual me tuve que gastar el dinero en comprarme otro.

Bueno, resumiendo un poco: en el metro de Barcelona (y generalmente en toda España) siempre tienes que andar con mil ojos y prevenir antes de que sea demasiado tarde.
Pero aquel día me sentí muy bien, pudiendo ayudar de alguna manera a una persona ^^

¡Hasta otro día!

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