Por ejemplo, que mi querido Barça vino a Japón a jugar el Mundial de Clubes. Se enteraron que yo ahora estaba viviendo aquí y quisieron celebrarlo en Japón; qué considerados son.
El once de septiembre se ponían a la venta las entradas por internet y había que ser rápidos para comprarlas porque, conociendo lo previsores que son los japoneses, en pocos días ya se habrían agotado casi todas. Y no me equivoqué. Debido a problemas técnicos (si no tenías tarjeta de crédito japonesa se te complicaban bastante las cosas), el bueno de Xavi (popularmente conocido como "Calderiller") no las pudo comprar hasta el día siguiente. Otra amiga tardó sólo un día más y ya sólo quedaban las más caras...

En fin, a lo que iba. El día 15 de diciembre nos presentamos el Xavi y yo en el estadio de los Yokohama Marinos, donde se celebraba el partido de semifinales que enfrentaba al Barça con el Al-Sadd, sobre las 15:30h para recoger nuestras entradas físicas.
Con el botín en las manos y venciendo a duras penas la tentación de revender la tercera entrada, tocaba ir a dar una vuelta para hacer tiempo y empezar a doblar cervezas por si acaso dentro del estadio no vendían.
Lo habían montado todo bastante bien. Por el recinto habían muchos stands en el que podías hacer diversas actividades, sobre todo dirigidas a los niños: chutar penalties, hacerte fotos en un simulador de vídeo con camisetas de diversas selecciones (japonesa, inglesa, española...), participar en un sorteo, etc. Todo aderezado, eso sí, con miles de personas a tu alrededor.


Lo único que se veía era a gente con camisetas del Barça, el 99% todo japoneses; pero también nos encontramos con algunos fans culés españoles que vinieron expresamente a Japón a ver el Mundialito.

Ya se acercaba la hora del partido así que tocaba ir entrando a buscar nuestros sitios.



Aunque un poco más pequeño que el Camp Nou, el estadio de los Marinos era impresionante. Con capacidad para albergar a unos 77.000 espectadores, esa tarde estaba completamente a rebosar.
Pero que no os engañen las fotos: pese a haber más de 70.000 personas, durante el partido... ¡¡estaba todo el pu*o estadio en silencio!! Para muestra, un botón:
Excepto por nosotros y el resto de culés españoles ubicados en uno de los goles, que éramos los únicos que animábamos continuamente, parecía que estuviéramos en medio de un cementerio; silencio sepulcral. Era completamente desesperante. Los japoneses sólo animaban cuando alguno de los dos equipos estaba a punto de marcar; el resto del tiempo, sólo silencio...
No podía dejar escapar la oportunidad de ir a ver a mi Barça estando en Japón, así que fue una buena experiencia (cementerios aparte) y me lo pasé muy bien. A ver cuándo vuelven a hacernos una visita. Aunque quizá hay más oportunidades de verlos si voy yo a Barcelona, ¿no?
¡Hasta otro día!
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