21 de enero de 2012

Tôno y Rikuzentakata - Día 3

(Sé que ha pasado más de un mes desde la última entrada que publiqué. Lo sé, no tengo excusa... Espera, sí que la tengo: poco tiempo y pocas ganas de escribir)

Segundo día de trabajo que empezaba. Otra vez a levantarse a las seis de la mañana, quitarse las estalactitas que crecieron durante la noche (por eso de no superar los 0ºC y tal), una buena sopa de miso calentita para desayunar y con todos los bártulos a esperar al autocar, que se retrasó unos minutos.



De vuelta en el centro de reunión de Tôno Magokoro Net, varios grupos del día anterior se marcharon, así que ese día seríamos "sólo" 41 voluntarios. A nuestro grupo le tocó en el mismo lugar que el día anterior; a seguir con la limpieza del pequeño canal de agua.


Dos de los coordinadores, junto con varios de nuestro grupo, se pusieron a limpiar de barro el principio del canal.




Prestando un poco de atención, todo lo oscuro que hay a los dos lados del canal es toda la cantidad de lodo que se llegó a acumular y que impedía totalmente el paso del agua.

En la segunda parte de la mañana, nos dividieron a todos en otros pequeños grupos: uno a seguir limpiando los alrededores de escombros, otro a seguir en el canal, otro más a limpiar los pequeños "pantanos" que se habían formado con la acumulación del agua, y por último el grupo en el que yo estaba, que nos encargaron limpiar otro canal de agua un poco más ancho y de más longitud.

Por el principio del canal no se apreciaba que hubiera tanta cantidad de escombros, además que el nivel del agua era un poco más profundo, pero a medida que avanzábamos hacia arriba había cada vez más cantidad de escombros y de barro.


Avanzando por debajo de un mini puente

Esto es lo que nos encontramos después de pasar el puentecito


Un trozo de alguna pared o algo parecido de alguna edificación. Al final conseguimos sacarlo del canal, pero costó bastante esfuerzo ya que era todo hormigón y debía de pesar como 100 quilos. Pero para eso está el trabajo en equipo.

Todo lo que íbamos sacando del fondo del agua lo dejábamos en los márgenes del canal para luego otro compañero encargarse de subirlo "a tierra" y apilarlo para que se pudiera llevar a los vertederos temporales si era el caso.

Aunque algunas veces no puedes simplemente desecharlo como basura. Cavando en un lado, intentando despejar el canal de uno de los montones de barro casi compacto, me encontré entre quilos y quilos de barro con esta especie de jarra que no tenía ni un solo rasguño.


No sé exactamente para qué sirve, pero supongo que es para servir lo que se conoce como sake (酒) en los países occidentales, aquí llamado nihonshu (日本酒) o licor japonés. No puedo entender cómo edificios enteros se vinieron abajo, coches arrastrados como barquitos de papel y una simple jarra, que se rompe solamente con tirarla al suelo, quedó completamente intacta. Obviamente no podía simplemente tirarla como si fuera basura, así que la dejé apartada con otro montoncito de cosas que estaban bien. Quién sabe si de aquí a un tiempo quizá esta jarra vuelve con sus dueños.

Acabado el segundo y último día de trabajo, otra vez al autocar para ir a los sentô, al supermercado a por la cena y a comentar todos juntos qué tal había ido el día.

A la mañana siguiente ya teníamos que volver a Tokyo, así que nos despertamos prontito, recogimos todos nuestros bártulos y limpiamos toda la casa, lista para los siguientes grupos que vendrían.


No quiero acabar esta entrada sin comentar una cosa. El 2011 ha sido un año bastante duro para Japón; sufrir el peor terremoto documentado de su historia no es algo que se supere fácilmente, así como la terrible devastación en toda la costa noreste a causa del tsunami. Por eso, aunque ya hayan pasado diez meses desde aquel 11 de marzo, aún siguen haciendo falta muchísimos voluntarios. Se ha conseguido rescatar a cientos, miles de personas en los días y semanas posteriores al tsunami; se han limpiado cientos de quilómetros de todo tipo de escombros arrastrados por el agua; se han limpiado miles de casas; se han construido casas temporales para aquellas personas que perdieron las suyas. Gracias al esfuerzo, por pequeño que sea, de todas aquellas personas que han ayudado -policía, bomberos, "ejército", personal sanitario y miles de voluntarios, de cualquier parte de Japón e incluso del extranjero- se ha logrado avanzar paso a paso, pero aún queda, por desgracia, mucho que hacer y mucha ayuda que poco a poco va descendiendo.

Por eso insisto, e insistiré las veces que haga falta aunque me llaméis pesada, que sigáis ayudando a Tôhoku, a todo el noreste de Japón afectado por el 11 de marzo, de la forma que os sea posible.


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