8 de diciembre de 2010

Harajuku

¡Buenas tardes!

Los exámenes cada vez están más cerca y necesito concienciarme en estudiar en serio, pero mi vagueza a veces es superior a cualquier cosa que me proponga. Debo suprimirla por un tiempo.

El otro día ya nos dijeron la fecha exacta de los exámenes, ya que hasta entonces sólo sabíamos que serían entre el 15 y el 21 de este mes. Así pues, la cosa queda más o menos de esta guisa: el 15 sólo listening y reading; el viernes 17 tenemos pronunciación, hiragana, katakana, kaiwa (conversación) y los temidos y a la vez amados kanji (unos 50 más o menos); y por último, pero no menos importante (más bien el más chungo de todos), el día 20 el de vocabulario, gramática y una pequeña entrevista.

Creo que dijeron que se aprobaba con un 60%, así que pienso que hay más posibilidades de aprobarlo que de suspenderlo. Qué ganas ya de pasar a segundo curso y ver si al acabarlo podré mantener una conversación decente en japonés, que ahora sólo pillo palabras sueltas y el resto me lo imagino o, directamente, me lo invento.

El sábado, como comenté, me quedé en casa estudiando y haciendo el vago en general, pero el domingo decidí salir un rato a dar una vuelta; por eso de no estar encerrada todo el día en casa y empezar a echar raíces.

No sé por qué pero cuando no sé adónde ir casi siempre acabo por Harajuku, y el domingo no iba a ser menos. Me bajé en Shibuya y fui caminando en dirección al parque de Yoyogi, que estará a unos 15 minutillos, y pude fotografiar un árbol que aún conservaba las hojas con ese color marrón-rojizo típico del momiji.


Seguí mi caminito y me encontré con algo que aún no había visto en directo, sólo por fotos de otros blogueros. Los domingos se reúnen en este parque una especie en peligro de extinción: los Rockabillies. Son unas criaturas que salen normalmente los domingos cuando aún hay luz del día; se reúnen todos, juntos pero no revueltos, y empiezan a realizar una danza que a algunos nos sonará de verla en blanco y negro por la televisión. Se puede ver a las hembras de esta especie ataviadas con faldas largas con mucho vuelo, muchas de ellas con topitos estampados, el pelo recatadamente recogido en una cola y zapatos típicos "de bolera". A los machos se les distingue por su indumentaria, principalmente con tejanos y ropa muy arrapada al cuerpo (no dejan mucho a la imaginación... :S), sus pelos con varios botes de gomina (estoy segura que si acerco un mechero a tan solo un metro salen todos ardiendo xD) y las inconfundibles chupas de cuero. Eso sí, tanto hembras como machos tienen una cosa que les une y les identifica, a parte de las vestimentas: el rock.




Después de quedarme un rato disfrutando del baile y la música, seguí hasta el "puente" famoso de Harajuku para ver si pillaba de una vez por todas a los "frikis" que se ponen ahí los fines de semana (lo siento por lo de "frikis" pero es que ahora mismo no se me ocurre otra palabra). La pena es que, al ser casi las cuatro de la tarde, la mayoría ya se habían ido y lo único que quedaban eran gaijins a la caza de "cosas típicas e inusuales que inmortalizar de Tôkyô para luego enseñarlas a amigos y fardar de que yo he estado ahí y tú no".


¿Luego qué hice...? Ah, sí. Pasé por Takeshita-dori y me recorrí toda la calle Omotesandô viendo pasar tiendas, una tras otra, a cada cuál más cara y pensando que dudo que alguna vez me vean el pelo por allí si no es a través del escaparate.

Y poco más hay que contar de ese día. Volví hasta Shibuya dando un largo paseíto por Aoyama-dori y a casita a seguir estudiando (qué pesada soy xD). A ver cómo finalmente acaba este mes y empieza el nuevo año, que hay muchas cosas que quiero hacer pero ahora no puedo por causa de fuerza mayor.

¡Hasta otro día!

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